Cuando éramos pequeños, antes de la era digital, nuestra manera de pasar el tiempo podía tratarse en jugar con hermanos o primos a las escondidas, a correr para que no nos alcanzaran, a las damas chinas o inglesas, ajedrez; veíamos la televisión en época de vacaciones; quizá le marcábamos por teléfono a algún amigo; hacíamos manualidades o inventábamos juegos; andábamos en bicicleta con los vecinos y hasta tomábamos agua de la llave. En la actualidad, muchos niños de apenas diez y once años, juegan, a todas horas, con sus teléfonos inteligentes; en sus horas de ocio, disfrutan de jugar videojuegos con diferentes tipos de consolas; incluso, con sus respectivas cuentas en redes sociales.
Este cambio
generacional ha provocado una interrogante acerca de las implicaciones de la
tecnología en nuestra vida. Por un lado, es imposible negar los beneficios que
hemos recibido gracias a ella: desde la comocidad de un hogar con refrigerador
hasta avances importantes en el rubro médico. Por el otro, el abuso de ésta ha
requerido una atención sobredemandante, descuidando por consiguiente a otras
áreas de nuestras vidas: la social, la familiar, la de pareja, la profesional,
etcétera.
Por
consiguiente, diversos investigadores de la salud han tratado de explicar
cuáles son los ecos de esta introducción, casi salvaje, de la tecnología
inteligente en nuestras vidas. Uno de los estudios, de la American Academy of Pediatrics y de la
Canadian Society of Pediatrics, señaló la influencia negativa del
abuso de la tecnología (teléfonos móviles, tabletas, videojuegos, Internet,
televisión) en niños menores de doce años; les compartimos las diez
consecuencias que, de acuerdo con esta investigación, los niños pueden llegar a
experimentar:
1. Crecimiento
cerebral demasiado rápido. Desde que el individuo nace hasta que cumple 21 años
de edad, su cerebro se encuentra en constante desarrollo e incremento de
tamaño. El estudio señala que un crecimiento prematuro puede deberse a la
presencia o ausencia de un estímulo ambiental; en el caso de la sobreexposición
a la tecnología, este desarrollo se ve afectado en problemas de aprendizaje o
berrinches (Small, 2008; Pagini, 2010).
2. Retraso en el desarrollo. El abuso de la tecnología
llega a implicar cierta inactividad corporal, provocando un retraso en el
desarrollo de conexiones neuronales y, a su vez, en el proceso de aprendizaje
académico. (Rowan, 2010).
3. Epidemia de obesidad. De acuerdo con Tremblay
(2005), tanto el uso de la televisión como de los videojuegos están
relacionados con el incremento de este desorden alimenticio; provocando
entonces que el 30% de los niños con obesidad desarrollen diabetes o, en un
futuro, problemas cardíacos (Center for Disease Control and Prevention, 2010).
Incluso, el profesor Andrew Prentice, expuso en 2002, en BBC News, que las
generaciones del siglo XXI serán las primeras en no sobrevivir aquellas de sus
padres.
4. Privación
de sueño. Del 60% de los niños que no son supervisados durante el uso de la
tecnología, el 75% lo utilizan dentro de sus recámaras hasta altas horas de la
noche (Kaiser Foundation, 2010). Por consiguiente, niños entre 9 y 10 años
puedan verse afectados en su desempeño académico.
5. Desórdenes
emocionales. El abuso de la tecnología puede ser uno de los factores
desencadenantes de trastornos como depresión, ansiedad, bipolaridad, problemas
de conducta, entre otros (Bristol University, 2010).
6. Agresividad.
Científicamente se ha comprobado que, ante una experiencia visual, el niño
puede revivir lo que observa; en especial, ciertos patrones de agresión
(Anderson, 2007). Tanto los niños como los jóvenes están expuestos
constantemente a violencia física y sexual en el mar de Internet y de programas
de televisión. En consecuencia, se ha reportado un incremento en la reclusión
de adolescentes quienes no controlan su agresión.
7. Demencia
digital. El contenido en Internet está en un constante y rápido cambio,
generando un problema en la concentración y memoria del niño, debido al exceso
de estímulo en la corteza frontal del cerebro (Christakis, 2004; Small, 2008).
8. Adicciones.
Parece un círculo vicioso: mientras que los padres se aferran al (ab)uso de la
tecnología, los hijos resienten la soledad y también se acercan a los
dispositivos móviles; generando una cierta adicción (Rowan, 2010). De hecho,
uno de once niños (entre 8 y 18 años) son adictos a la tecnología (Gentile,
2009).
9. Emisiones a la radiación. De acuerdo con la
Organización Mundial de la Salud (WHO), los celulares y otros dispositivos de
Internet inalámbrico, forman parte de la categoría de riesgo 2B; es decir,
debido a la constante emisión de radiación que generan, son un posible factor
cancerígeno. James McNamee, explicó en 2011: “Los niños son más sensibles que
los adultos a los diversos agentes que pueden afectar a su desarrollo cerebral
y del sistema inmunológico, por lo que no se puede decir que el riesgo es
similar para un adulto que para un niño.” Por el otro lado, Dr. Anthony Miller,
de University of Toronto’s School of Public Health, recomendó en 2013 cambiar
los datos de 2B (posible cancerígeno) a 2ª (probable cancerígeno).
10. No es sustentable. La manera en que los niños
fueron criados y educados con la tecnología ya no está siendo sustentable
(Rowan, 2010). De acuerdo con la autora, los niños son nuestro futuro, pero no
hay un futuro para niños que abusan de la tecnología. Razón por la cual, es
necesario un programa de prevención y reducción del uso de la tecnología.
La American Academy
of Pediatrics y la Canadian Society of Pediatrics recomiendan que: los bebés
recién nacidos a dos años no deberían estar expuestos a cualquier tipo de
tecnología; mientras que aquellos de tres a cienco años podrían utilizarla
máximo una hora al día; y entre seis a 18 años, a dos horas al día (APP,
2001/13; CPS, 2010).